miércoles, 15 de abril de 2015

PRUEBA DE ESFUERZO


¿Hace tiempo que no haces ejercicio y te has planteado retomarlo? ¿Ya realizas actividad física moderada, pero te planteas seguir un programa de entrenamiento para mejorar tu rendimiento? ¿Hace tiempo que vienes notando “malas sensaciones” ante determinados esfuerzos  físicos a una intensidad insuficiente para justificar ese malestar?...


Estas y otras preguntas tienen una respuesta clara y no suficientemente repetida o que, al menos, no ha llegado a la población interesada con la suficiente claridad.
Todo adulto que retome la actividad física y todo joven que vaya a entrenar con altas intensidades deberían realizarse una PRUEBA DE ESFUERZO. Esta prueba consistirá en pasar un test de esfuerzo hasta el agotamiento u otras razones que hagan detener la prueba, generalmente en cinta para correr o bicicleta estática (tapiz rodante o cicloergómetro), mientras se valora la actividad del corazón, frecuencia cardíaca, gases inspirados/espirados, y otras cuestiones técnicas. Además, se medirán otros parámetros que harán más precisos los datos que de ahí se obtengan: peso, tensión arterial, composición corporal, etc. Los datos obtenidos permitirán detectar un número importante de afecciones cardíacas u otros problemas médicos asociados al esfuerzo o servirán para realizar una programación del entrenamiento más precisa. Si sabemos dónde están nuestros límites, podremos trabajar a la intensidad adecuada según el beneficio que queramos obtener: mejora de la resistencia, aumento de fuerza, incremento de la masa muscular,…, y tantas otras cosas que un entrenamiento dirigido por un profesional cualificado nos puede proporcionar.

Nos ahorraremos mucho esfuerzo inútil y, aún más importante, muchos “sustos” con la simple realización de esta prueba. Realmente vale la pena.

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